lunes, 10 de agosto de 2015

¿Y si en vez de enfocarnos en los problemas, buscamos soluciones?


Acabo de ir a google y he puesto la palabra “problemas”. Google me ha dicho que tiene aproximadamente 359.000.000 resultados (hagáis la prueba). He hecho lo mismo con la palabra “soluciones” y me he quedado con la boca abierta… aproximadamente 119.000.000 de resultados. ¿Qué nos está pasando? La respuesta es muy sencilla, nos enfocamos en los problemas y por lo tanto no podemos obtener otro resultado que más problemas.

Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta aquellos que creas más exteriores y materiales. Amado Nervo


Comparto un cuento que refleja una gran enseñanza: “El Problema”

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos para escoger a quien tendría ese honor. “Voy a presentarles un problema —dijo—. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo”.
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: “Este es el problema”.
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor... ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el florero con determinación y lo tiró al suelo.
“Usted es el nuevo guardián —le dijo el gran maestro, y explicó—: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un florero de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades.

Cuando nos dicen tengo un problema, tendemos a decir: -espera que te cuente yo el mío. No escuchamos, pero además tampoco buscamos la solución, nos da por darle vueltas y vueltas, analizarlos, comentarlos… y vuelta a empezar. Sin salir de ese círculo vicioso.

Moraleja: Si tienes un problema, busca la solución. Y la solución la tiene tu corazón.

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